Frikis y a mucha honra

He de reconocer que me costó decidirme por el nombre de la tienda. Al principio busqué nombres más sofisticados o más convencionales, algo acabado en "comic". Cuando pasó por mi cabeza "Rincón del Friki", sentimientos contradictorios se despertaron en mi. ¿Los posibles clientes se sentirían ofendidos o identificados?
Hay algo de lo que estaba seguro, si ponía un rótulo a la entrada con la palabra Friki, estaba expuesto a que cualquier imbécil asomara la cabeza para reírse. Mi premonición se ha cumplido en un par de ocasiones, un tarado abre la puerta y grita: "¡Frikis!" y sale huyendo. Idiota, es evidente que en Rincón del Friki hay frikis, no? Me sentiría insultado si dijese: "¡Frikis de mierda!" o algo así. Pero es como insultar al dueño del bar Manolo llamándole Manolo.
El caso es que acerté. Los sábados esto es un hervidero de gente que viene a jugar y que no se siente ofendida en absoluto. Y los No-Frikis, acaban entrando por curiosidad y muchos se quedan e incluso convierten al Frikismo.
El colectivo Friki ha dejado de ser una tribu marginada para tomar conciencia de grupo, reunirse en clubes y asociaciones y llenar eventos como el Salón del Cómic y el del Manga. A pesar de los estereotipos que en ocasiones son ciertos, la gente que visita nuestra tienda pertenece a todos los ámbitos sociales, desde el encorbatado al Gótico más oscuro. Y no, no se avergüenzan de serlo. Ahora nos queda un trabajo duro, el de reivindicar el término Friki que actualmente se usa para todo. Que dejen de compararnos con el Chikilicuatre. Basta de llamar Frikis a los parásitos televisivos o a cualquiera con forma extraña de vestir. Nos lo habíamos ganado a pulso, es nuestro.